Hoy, Cristo nos dirige su enérgico grito, sin dudas y con autoridad: Cállate y sal de él (Mc 1,25). Lo dice a los espíritus malignos que viven en nosotros y que no nos dejan ser libres, tal y como Dios nos ha creado y deseado. Si te has fijado, los fundadores de las órdenes religiosas, la primera norma que ponen cuando establecen la vida comunitaria, es la del silencio: en una casa donde se tenga que rezar, ha de reinar el silencio y la contemplación. Como reza el adagio: "El bien no hace ruido; el ruido no hace bien". Por esto, Cristo ordena a aquel espíritu maligno que calle, porque su obligación es rendirse ante quien es la Palabra, que se hizo carne, y puso su morada entre nosotros (Jn 1,14). Feliz día de la juventud y Felíz día de San Juan Bosco (BJV)