Hoy contemplamos a Dios como un agricultor bueno y magnánimo, que siembra a manos llenas. No ha sido avaro en la redención del hombre y la mujer, sino que lo ha gastado todo en su propio Hijo Jesucristo, que como grano enterrado (muerte y sepultura se ha convertido en vida y resurrección nuestra) gracias a su santa Resurrección. Dios es un agricultor paciente.

Los tiempos pertenecen al Padre, porque sólo Él conoce el día y la hora . Mc 13,32 de la siega y la trilla. Dios espera. Y también nosotros debemos esperar sincronizando el reloj de nuestra esperanza con el designio salvador de Dios. Dice Santiago: Vean como el labrador aguarda el fruto precioso de la tierra, esperando con paciencia las lluvias tempranas y tardías St 5,7. Dios espera la cosecha haciéndola crecer con su gracia.

Nosotros tampoco podemos dormirnos, sino que debemos colaborar con la gracia de Dios prestando nuestra cooperación, sin poner obstáculos a esta acción transformadora de Dios. (BJV)

Feliz viernes