Hoy lunes, en el Evangelio, Jesús nos dice que ningún profeta es bien recibido en su patria
(Lc 4,24). Jesús, al usar este proverbio, se está presentando como profeta. “Profeta” es el que habla en nombre de otro, el que lleva el mensaje de otro. Entre los hebreos, los profetas eran hombres enviados por Dios para anunciar, ya con palabras, ya con signos, la presencia de Dios, la venida del Mesías, el mensaje de salvación, de paz y de esperanza. Jesús es el Profeta por excelencia, el Salvador esperado; en Él todas las profecías tienen cumplimiento. Pero, al igual que sucedió en los tiempos de Elías y Eliseo, Jesús no es “bien recibido” entre los suyos, pues son estos quienes llenos de ira le arrojaron fuera de la ciudad (Lc 4,29).Cada uno de nosotros, por razón de su bautismo, también está llamado a ser profeta.(BJV)