Hoy consideramos una parábola que es ocasión para referirse a la vida de la comunidad en la que se mezclan, continuamente, el bien y el mal, el Evangelio y el pecado. La actitud lógica sería acabar con esta situación, tal como lo pretenden los criados: ¿Quieres que vayamos a recogerla?
(Mt 13,28). Pero la paciencia de Dios es infinita, espera hasta el último momento como un padre bueno la posibilidad del cambio: Deja que ambos crezcan juntos hasta la siega (Mt 13,30).Una realidad ambigua y mediocre, pero en ella crece el Reino. Se trata de sentirnos llamados a descubrir las señales del Reino de Dios para potenciarlo. Y, por otro lado, no favorecer nada que ayude a contentarnos en la mediocridad.(BJV)