Hoy, en la figura de MarÃa Magdalena, podemos contemplar dos niveles de aceptación de nuestro Salvador: imperfecto, el primero; completo, el segundo. Desde el primero, MarÃa se nos muestra como una sincerÃsima discÃpula de Jesús. Ella lo sigue, maestro incomparable; le es heroicamente adherente, crucificado por amor; lo busca, más allá de la muerte, sepultado y desaparecido. ¡Cuán impregnadas de admirable entrega a su “Señor†son las dos exclamaciones que nos conservó, como perlas incomparables, el evangelista Juan: Se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto (Jn 20,13); Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré! (Jn 20,15). Pocos discÃpulos ha contemplado la historia, tan afectos y leales como la Magdalena. No obstante, la buena noticia de hoy, de este martes de la octava de Pascua, supera infinitamente toda bondad ética y toda fe religiosa en un Jesús admirable, pero, en último término, muerto; y nos traslada al ámbito de la fe en el Resucitado. (BJV)
Itinerario de Evangelización 2021