Hoy de la misma manera que para los judíos y en general para los contemporáneos de Jesúsį les resultaba difícil el creer que el "hombre" que se presentaba ante ellos era el mismo YHVH, es decir "Yo Soy", así para muchos resulta imposible que el pedacito de pan que está sobre el altar después de la consagración sea ese mismo Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Quizás esa sea la causa de que, así como Cristo fue despreciado en su humanidad, hoy no se valore e incluso sea despreciada la Sagrada Comunión por muchos "cristianos". Llama la atención la poca devoción con la que algunos cristianos se acercan a recibir a Jesús Eucaristía. ¿Será que piensan que no es posible que ese sea el mismo que ahora reina por los siglos de los siglos? La oración que decimos antes de comulgar causó la curación de un enfermo, pues quien la pronunció creyó verdaderamente que se encontraba ante "Dios", para quien nada es imposible. Pensemos cuántas cosas pasarían en nuestra vida, en nuestros enfermos si nosotros tuviéramos la fe del Centurión, y viéramos en la hostia a "Yo Soy", al mismo Jesús, para quien todo es posible. Ojalá y después de estas palabras muchos crean en él. (BJV)