Hoy, el Señor, al hablarnos de lo que ocurre en nuestros corazones, nos incita a convertirnos. El mandamiento dice "No matarás" (Mt 5,21), pero Jesús nos recuerda que existen otras formas de privar de la vida a los demás. Podemos privar de la vida a los demás abrigando en nuestro corazón una ira excesiva hacia ellos, o al no tratarlos con respeto e insultarlos "imbécil"; "desgraciado": ( Mt 5,22). El Señor nos llama a ser personas íntegras: "Deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano" (Mt 5,24), es decir, la fe que profesamos cuando celebramos la Liturgia debería influir en nuestra vida cotidiana y afectar a nuestra conducta. Por ello, Jesús nos pide que nos reconciliemos con nuestros enemigos. Un primer paso en el camino hacia la reconciliación es rogar por nuestros enemigos, como Jesús solicita.(BJV)