
Reflexion
Hoy, el Evangelio recoge el canto de alabanza de ZacarÃas después del nacimiento de su hijo. En su primera parte, el padre de Juan da gracias a Dios, y en la segunda sus ojos miran hacia el futuro. Todo él rezuma alegrÃa y esperanza al reconocer la acción salvadora de Dios con Israel, que culmina en la venida del mismo Dios encarnado, preparada por el hijo de ZacarÃas.
Ya sabemos que ZacarÃas habÃa sido castigado por Dios a causa de su incredulidad. Pero ahora, cuando la acción divina es del todo manifiesta en su propia carne pues recupera el habla exclama aquello que hasta entonces no podÃa decir si no era con el corazón; y bien cierto que lo decÃa: Bendito el Señor Dios de Israel... (Lc 1,68). ¡Cuántas veces vemos oscuras las cosas, negativas, de manera pesimista! Si tuviésemos la visión sobrenatural de los hechos que muestra ZacarÃas en el Canto del Benedictus, vivirÃamos con alegrÃa y esperanza de una manera estable.
El Señor ya está cerca; el Señor ya está aquÃ. (BJV)