Hoy, Jesús nos narra otra parábola del juicio. Nos acercamos a la fiesta del Adviento y, por tanto, el final del año litúrgico está cerca. Dios, dándonos la vida, nos ha entregado también unas posibilidades más pequeñas o más grandes de desarrollo personal, ético y religioso. No importa si uno tiene mucho o poco, lo importante es que se ha de hacer rendir lo que hemos recibido. El hombre de nuestra parábola, que esconde su talento por miedo al amo, no ha sabido arriesgarse: El que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor (Mt 25,18). Quizá el núcleo de la parábola pueda ser éste: hemos de tener la concepción de un Dios que nos empuja a salir de nosotros mismos, que nos anima a vivir la libertad por el Reino de Dios. La palabra "talento" de esta parábola que no es nada más que un peso que denota la cantidad de 30 Kg de plata ha hecho tanta fortuna, que incluso ya se la emplea en el lenguaje popular para designar las cualidades de una persona. Feliz Domingo (BJV)