Hoy viernes, el Evangelio nos presenta una cuestión sorprendente a primera vista. En efecto, dice el texto de san Lucas: El señor alabó al administrador injusto porque había obrado astutamente (Lc 16,8). Evidentemente, no se nos propone aquí que seamos injustos en nuestras relaciones, y menos aún con el Señor. No se trata, por tanto, de una alabanza a la estafa que comete el administrador. Lo que Jesús manifiesta con su ejemplo es una queja por la habilidad en solucionar los asuntos de este mundo y la falta de verdadero ingenio por parte de los hijos de la luz en la construcción del Reino de Dios: Los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz (Lc 16,8). Todo ello nos muestra ¡una vez más! que el corazón del hombre continúa teniendo los mismos límites y pobrezas de siempre. (BJV)