Hoy vemos cómo uno de los discípulos le dice a Jesús: Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos (Lc 11,1). La respuesta de Jesús: Cuando orén, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación (Lc 11,2-4), puede ser resumida con una frase: la correcta disposición para la oración cristiana es la disposición de un niño delante de su padre. Vemos enseguida que la oración, según Jesús, es un trato del tipo “padre-hijoâ€. Es decir, es un asunto familiar basado en una relación de familiaridad y amor. La imagen de Dios como padre nos habla de una relación basada en el afecto y en la intimidad, y no de poder y autoridad. Feliz miércoles (BJV)