Hoy martes, san Juan nos habla de la escena de la piscina de Betsaida. Parecía, más bien, una sala de espera de un hospital de trauma: Yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos (Jn 5,3). Jesús se dejó caer por allí.
¡Es curioso!: Jesús siempre está en medio de los problemas. Allí donde haya algo para “liberar”, para hacer feliz a la gente, allí está Él. Los fariseos, en cambio, sólo pensaban en si era sábado. Su mala fe mataba el espíritu. La mala baba del pecado goteaba de sus ojos. No hay peor sordo que el que no quiere entender. El protagonista del milagro llevaba treinta y ocho años de invalidez. ¿Quieres curarte? (Jn 5,6), le dice Jesús. Hacía tiempo que luchaba en el vacío porque no había encontrado a Jesús.(BJV)