Hoy jueves, en la proclamación de la Palabra de Dios, vuelve a aparecer la figura del diablo: Jesús estaba expulsando un demonio que era mudo

 (Lc 11,14). Cada vez que los textos nos hablan del demonio, quizá nos sentimos un poco incómodos. En cualquier caso, es cierto que el mal existe, y que tiene raíces tan profundas que nosotros no podemos conseguir eliminarlas del todo. También es verdad que el mal tiene una dimensión muy amplia: va “trabajando” y no podemos de ninguna manera dominarlo. Pero Jesús ha venido a combatir estas fuerzas del mal, al demonio. Él es el único que lo puede echar. Se ha calumniado y acusado a Jesús: el demonio es capaz de conseguirlo todo. Mientras que la gente se maravilla de lo que ha obrado Jesucristo, algunos de ellos dijeron: ‘Por Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios’ (Lc 11,15).(BJV)