Hoy jueves, Jesús nos habla de la necesidad y del poder de la oración. No podemos entender la vida cristiana sin relación con Dios, y en esta relación, la oración ocupa un lugar central. Mientras vivimos en este mundo, los cristianos nos encontramos en un camino de peregrinaje, pero la oración nos acerca a Dios, nos abre las puertas de su amor inmenso y nos anticipa ya las delicias del cielo. Por esto, la vida cristiana es una continua petición y búsqueda: Pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen  y se les abrirá (Mt 7,7), nos dice Jesús.

Al mismo tiempo, la oración va transformando el corazón de piedra en un corazón de carne: Si, pues, ustedes, siendo malos, sabén dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más nuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan! (Mt 7,11). El mejor resumen que podemos pedir a Dios se encuentra en el Padre nuestro: Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo ( Mt 6,10) (BJV)