Hoy hay sed de Dios, hay frenesí por encontrar un sentido a la existencia y a la actuación propia. El boom del interés esotérico lo demuestra, pero las teorías auto-redentoras no sirven. A través del profeta Jeremías, Dios lamenta que su pueblo haya cometido dos males: le abandonaron a Él, fuente de aguas vivas, y se cavaron pozos , pozos agrietados, que no retienen el agua (Jer 2,13).
Hay quienes vagan entre filosofías y religiones ciegos que guían a otros ciegos
( Lc 6,39) hasta que descorazonados, como muchos conversos, con el esfuerzo propio y la gracia de Dios, se convierten, porque descubren la coherencia y trascendencia de la fe revelada.(BJV)