Hoy al leer este santo Evangelio, ¿cómo no ver reflejado el momento presente, cada vez más lleno de amenazas y más teñido de sangre? En la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo(Lc 21,25b-26a).
La esperanza del cristiano no es engañosa, porque cuando empiecen a suceder estas cosas nos dice el Señor mismo entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria (Lc 21,27). No vivamos angustiados ante la segunda venida del Señor, su Parusía: meditemos, mejor, las profundas palabras de san Agustín que, ya en su época, al ver a los cristianos atemorizados ante el retorno del Señor, se pregunta: ¿Cómo puede la Esposa tener miedo de su Esposo?.(BJV)