Hoy lunes, nos enfrentamos a una pregunta interesante. ¿Por qué razón el centurión del Evangelio no fue personalmente a encontrar a Jesús y, en cambio, envió por delante algunos notables de los judíos con la petición de que fuese a salvar a su criado? El mismo centurión responde por nosotros en el pasaje evangélico: Señor, ni siquiera me consideré digno de salir a tu encuentro. Mándalo de palabra, y quede sano mi criado
(Lc 7,7). Aquel centurión poseía la virtud de la fe al creer que Jesús podría hacer el milagro si así lo quería con sólo su divina voluntad. La fe le hacía creer que, prescindiendo de allá donde Jesús pudiera hallarse, Él podría sanar al criado enfermo. Aquel centurión estaba muy convencido de que ninguna distancia podría impedir o detener a Jesucristo, si quería llevar a buen término su trabajo de salvación.(BJV)