Hoy, el Evangelio nos ofrece la oportunidad de penetrar, por así decir, en la estructura de la misma divina sabiduría. ¿A quien entre nosotros no le apetece conocer desvelados los misterios de esta vida? Pero hay enigmas que ni el mejor equipo de investigadores del mundo nunca llegará siquiera a detectar. Sin embargo, hay Uno ante el cual "nada hay oculto; nada ha sucedido en secreto" (Mc 4,22). Éste es el que se da a sí mismo el nombre de “Hijo del hombre”, pues afirma de sí mismo: Todo me ha sido entregado por mi Padre (Mt 11,27). Su naturaleza humana por medio de la unión hipostática ha sido asumida por la Persona del Verbo de Dios: es, más aplatanao, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, delante la cual no hay tinieblas y por la cual la noche es más luminosa que el pleno día.(BJV)

Martes, 13 de Julio de 2021 Reflexión