Alberto Linero

 

Señor mío y Dios mío, hoy me he dado cuenta que la felicidad no es una meta a la que tengo que llegar, es el camino, ser feliz, libre en la cotidianidad.

 

Desde hoy quiero ser feliz en cada momento, descubriendo la belleza de cada instante y sumándolos para que mis días sean los mejores.

 

Ya no me voy a esforzar por alcanzar una gran felicidad, sino que la voy a construir poco a poco con mis decisiones, con mis acciones y relaciones.

 

Gracias, mi Señor, por permitirme entender estas cosas.

Ahora te pido que me permitas descansar, ha sido un día largo con muchas emociones, pero estoy listo para reponer las fuerzas y poder salir mañana a poner otro ladrillo en la construcción de mi proyecto de vida.

 

Y que cada latido de mi corazón sea una alabanza para Ti.

 

Amén…

 

¡En la Voluntad de Dios siempre!        

 

¡JESÚS TOMA MI VOLUNTAD, Y DAME LA TUYA!


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